Siempre me ha gustado escuchar a la gente, sus problemas, historia de vida, sus anécdotas... y ayudar a esa gente. Conocí la figura del psicólogo a través de una película y enseguida pensé: "Cuando sea grande quiero ser psicólogo".
Siempre me ha suscitado una curiosidad especial saber qué hay detrás de los muros de una vivienda, cómo están organizados, si tienen dulzura, qué colores predominan, qué olores, si tienen plantas... y, sobre todo, qué familia convive en ese ecosistema propio.
Por eso, decidí profundizar mi formación en terapia familiar y de pareja. De este modo, procuro comprender cuál es la dinámica familiar, ya que las reglas, los mitos, los secretos y nuestro legado trasngeneracional, entre otros factores, influyen de un modo propio en cada individuo.
Por otro lado, me interesa mucho reflexionar sobre la sexualidad y entender cómo la vive cada uno. Por ello, tras la formación en Gurenduz he trabajado ofreciendo talleres de educación sexual con niños, adolescentes y adultos. Durante unos años, deconstruí mis esquemas hasta entonces y comencé a construirlos de nuevo.
He trabajado en diferentes contextos y cada uno de ellos ha hecho que yo misma me desarrolle en cada ámbito de la vida. Durante mucho tiempo he vivido perdida, sin dar cabida a mis heridas, asustada, llena de culpa, con mucha autoexigencia, construyendo relaciones tóxicas, haciéndome daño a mí misma...
Por lo tanto, fue necesario caer y pedir ayuda. Así empecé a comprender todo lo que estaba ocurriendo en mi interior y a tomar conciencia de mis heridas: porque estas heridas necesitan su lugar y su reconocimiento. Sigo en el camino: para aprender de todo eso que la vida tiene que ofrecer, para mirar a la naturaleza y escuchar y seguir creciendo desde toda mi vivencia.
Mi objetivo es acompañar a toda persona que acude al espacio terapéutico en ese viaje propio: hacer de espejo de tu propia luz, para que así tomes conciencia, y te unas a la tuya propia y convertirte en dueño de tu propia vida.