LA SONRISA EL REFLEJO DEL ALMA (TESTIMONIO)
Me sentía desdichada, triste, agotada... No sabía por qué, ya que lo tenía todo: hogar, marido, dos hijos hermosos y sanos, salud, trabajo, estudios, amigos... Todo lo que podía haber soñado a los 22 años, lo había conseguido antes de los 34. Además, con lo inconformista que soy llevaba un año estudiando para mejorar mi nivel de Inglés y Euskera, y estaba en pleno estudio de un Máster on-line. ¿Qué más podía pedir? Pues, me faltaba lo más importante, SONREIR.
Llevaba mucho tiempo planteándome la posibilidad de visitar a un psicólogo. Sentía que todo iba bien, al final lo tenía todo, todo lo que le pedía a la vida estaba en mis manos. Incluso tenía alrededor gente con quién hablar y desahogarme. Pero me tentaba la opción de escuchar una nueva versión, nuevos consejos, nuevos puntos de vista a esos "pequeños problemas" con las que me tenía que enfrentar a diario. Y así, como si del destino se tratase (aunque no creo demasiado en ella) me cruce con la consulta de Maria Zunzunegi y me decidí a probar la experiencia, sin demasiadas expectativas pero con unas ganas inmensas de hablar con alguien nuevo en mi contexto social, sobre lo duro que se me estaba haciendo ser una más de las miles de personas que compaginan la labor de ser madre o padre, labores de casa, trabajo, estudios en un contexto de extrema competencia que se vive hoy en día.
Maria primero me cito para una pre-consulta para que nos conociésemos, para que yo le contara lo que necesitaba y ella me aclarara las dudas que podía tener sobre la forma de trabajar que tenía. Incomprensiblemente según se acercaba la hora de la cita, me puse nerviosa, alerta, incómoda, incluso recuerdo que sentía frío. Lo que estaba sintiendo era miedo. Miedo a decir algo inapropiado, miedo a vivir la experiencia, miedo a ser juzgada por una persona a la que no conocía, y sobre todo miedo a que me dijese ¿qué haces aquí, si lo tienes todo? Pero en cuanto me invitó a entrar en su consulta todo cambió. El miedo se transformó en alivio. Alivio porque por fin podía hablar de mis sentimientos con alguien que no me conociera y sobre todo que no me prejuzgara.
Siempre agradeceré la actitud tan reconfortante que me ha demostrado en todas las citas que hemos tenido, pero sobre todo, en esa primera pre-consulta su actitud fue decisivo, ya que creo que si no me hubiera sentido tan aliviada como me sentí, no hubiera vuelto. Sé que es difícil describir adjetivos tan abstractos, pero yo los concretaría con los siguientes tres detalles.
1.- ME ENTENDIÓ: Me entendió incluso cuando ni yo misma me entendía. El primer día, no me conocía pero era capaz de transformar mis balbuceos en sentimientos que tenía dentro y no podía ponerles nombre. Me acuerdo del momento en el que me dijo, "estás en modo automático". Eso era!! Eso es!! Estaba tan ocupada en cumplir con todas las obligaciones impuestas por mi y por los demás que no tenía tiempo ni manera de pensar, sentir, razonar. Y ella me entendió. Y la de veces que me había cuestionado por qué no sonreía...
2.- ME TRANSMITIÓ TRANQUILIDAD: Sus ojos me buscaban, preguntaban, sentía que le interesaba, estaba concentrada escuchándome... sin comparaciones, sin "y yo más"... era sólo yo y mis problemas en un ambiente cálido, cómodo, cercano...
3.- NO TERMINÓ HASTA QUE YO TERMINÉ: Fue un detalle que me asombró muchísimo. Había preguntado por teléfono cuánto íbamos a tardar y me dio una estimación. Contra todas las predicciones, en cuanto empecé a hablar estallé, empecé a llorar y empecé a desahogarme y sin darme cuenta el tiempo pasó y pasó y pasó y Maria siguió atenta escuchándome sin preocuparse del tiempo transcurrido. Dupliqué el tiempo estimado, pero estuvo conmigo hasta que terminé de contarle los problemas. Consensuamos unos ejercicios, la fecha de la siguiente cita y me hizo saber que estaría conmigo si me hiciera falta hablar con alguien.
Después de la pre-consulta entendí que había abierto una caja que no se podía cerrar, que el camino que había emprendido casi sin darme cuenta iba a ser difícil de recorrer, pero que no iba a estar sola. Y así está siendo. Nos estamos enfrentando a un cuadro depresivo con ansiedad, baja autoestima, inseguridad, perfeccionismo, procrastinación... un poco de todo, pero en pocos meses hemos conseguido que la tristeza desaparezca, que los ataques de ansiedad sean muy puntuales, y la baja autoestima y la inseguridad van desapareciendo a medida que voy superando los retos que consensuamos Maria y yo en nuestras citas semanales.
La sonrisa ha vuelto. No voy a decir que yo he vuelto, porque creo que he conseguido una mejor versión de mi misma. Pero por primera vez en mucho tiempo me siento feliz, disfruto de mis hijos, de mi marido, de mi hogar. Mido mejor mis fuerzas y me cuido más y mejor.
Gracias Maria por la ayuda ofrecida, por dejarme llorar y reír contigo, por la calidad y la calidez demostrada en tus consultas. GRACIAS POR TODO.